martes, 18 de septiembre de 2018

El amor como exigencia revolucionaria

FREI BETTO. Comandante, ¿el amor es una exigencia revolucionaria?

FIDEL CASTRO. Por supuesto, lo creo en el más amplio sentido de la palabra. En términos sociales, ¿qué es la solidaridad, qué es el espíritu de fraternidad?

Si nos remontamos a la primera gran revolución social, no la primera revolución socialista, sino a la primera gran revolución social de los últimos siglos, que fue la Revolución Francesa, allí se levantaron tres consignas: libertad, igualdad y fraternidad. La libertad –como te dije– fue una consigna que se aplicó de forma muy relativa. Significó libertad para los burgueses, libertad para los blancos; no significó libertad para los esclavos negros. Incluso los revolucionarios franceses, después que expandieron sus ideas por el mundo, enviaron ejércitos a Haití para aplastar la rebelión de los esclavos que querían libertad, y después de la independencia de Estados Unidos, que incluso había ocurrido antes, continuó la esclavitud de los negros, el exterminio de los indios y todas aquellas atrocidades. De manera que la Revolución Francesa se limitó a libertad para burgueses y blancos; ninguna igualdad, por mucho que se trate de filosofar o por mucho que se argumente sobre la supuesta igualdad en una sociedad de clases. La pretendida igualdad entre un multimillonario y un pordiosero de Nueva York o de cualquier lugar de Estados Unidos, o entre un millonario y un hombre sin empleo en Estados Unidos, podríamos decir realmente que es una igualdad meramente metafísica, no la veo por ninguna otra parte; y no creo que exista ninguna fraternidad entre el multimillonario norteamericano y el pordiosero norteamericano, el negro discriminado, el trabajador sin empleo, el niño abandonado; es pura fantasía. Y pienso que realmente, por primera vez en la historia del hombre, los conceptos de libertad real, verdaderamente integral, de igualdad y de fraternidad, solo pueden existir en el socialismo. Ese precepto de amor al prójimo de que habla la Iglesia, creo que se aplica y se instrumenta de manera muy concreta en la igualdad, en la fraternidad y en la solidaridad humana que plantea el socialismo, y en el espíritu internacionalista.

Los cubanos que van a trabajar a otras tierras, como maestros, como médicos, como ingenieros, como técnicos y obreros cualificados, y que en número de decenas de miles, de cientos de miles están dispuestos a hacerlo, en las condiciones más difíciles y a veces al costo de su vida, demostrando por lealtad a sus principios un espíritu supremo de solidaridad, creo que expresan la aplicación práctica del respeto a los semejantes, de la consideración al semejante y el amor a los semejantes.

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