domingo, 6 de octubre de 2013

Cuando el pueblo cubano lloró y la injusticia tembló

Por Lydia Esther Ochoa.El 6 de octubre de 1976 es una fecha que el pueblo cubano evoca de manera dolorasa y considera lo ocurrido aquel día un acto de suma crueldad del imperialismo yanqui, el enemigo número uno de la humanidad, "el monstruo revuelto y brutal" como lo definió muy bien José Martí. 

Realmente hay hechos que no se olvidan aunque pasen los años porque el dolor de todo un pueblo y la falta de humanidad con que fueron cometidos consternan la sensibilidad de los hombres. Conmoverá por siempre el sabotaje de un avión de cubana frente a las costas de Barbados que ocasionó la muerte a 73 personas.


Conmovió a todos las palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro el 15 de octubre de 1976 durante la despedida de duelo de las victimas del Crimen de Barbados: "No podemos decir que el dolor se comparte. El dolor se multiplica. Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres queridos de las víctimas del abominable crimen. ¡Y cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla!"

La Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos no escogió para realizar el sabotaje a una unidad militar, ni siquiera a una nave de las Fuerzas Aéreas Revolucionarias (FAR) de Cuba, sino a un avión de pasajeros donde viajaban ciudadanos de varios países, entre ellos los integrantes del equipo juvenil de esgrima de nuestro país.

A 37 años del Crimen de Barbados, el pueblo de la isla mayor de las Antillas recuerda a las víctimas del sabotaje contra el avión de cubana y no olvida a quienes alentaron y perpetraron este acto de barbarie, y ahora asumen un papel de justiciero para combatir el terrorismo, ellos que son maestros en bombardear ciudades indefensas y en entrenar asesinos.

Asesinos como Luis Posadas Carriles y Orlando Bosch, quien murió tranquilamente en Estados Unidos, sin ser molestado por la "justicia" yanqui, mientras que Gerardo, Antonio, Fernando y Ramón están confinados en cárceles de ese país por combatir el terrorismo, que ha segado la vida de cientos de cubanos a lo largo de más de medio siglo, prácticamente desde 1959, año del triunfo de la Revolución Cubana, cuando el imperialismo comenzó sus planes agresivos contra nuestro país.

Este solo hecho bastaría para acusar al vecino poderoso de genocida, pero antes y después del crimen de Barbados ocurrieron otros dirigidos igualmente contra personas indefensas. Recordemos a los habitantes de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagazaki, bombardeadas atómicamente durante la Segunda Guerra Mundial.

También hay que incluir entre las victimas de la prepotencia imperialista a los habitantes de Yugoslavia y a los de Afganistán, ajenos a lo ocurrido a las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001, otro crimen del que también podría ser culpable el anterior gobierno de Estados Unidos, pues le sirvió de pretexto para invadir y destruir, al tiempo que se apoderaba de los yacimientos de petróleo de esa nación. .

A partir de aquella fecha el entonces presidente George W. Bush preparó la guerra de agresión a ese país árabe, al igual que la ocupación de Iraq, cuya cifra de víctimas civiles no se precisa con certeza, y las continuas amenazas de invasión a Irán y otros países, entre ellos Cuba hablan por si solas de la prepotencia imperial.

Al actual presidente Barack Obama, Premio Nobel de la Paz en el 2009, le correspondió dar el visto bueno para llevar a cabo las matanzas de las poblaciones de Libia y Egipto, junto a sus aliados de Europa, y aún tiene en mente castigar a Siria a pesar del rechazo mundial. Quizás antes de que termine su segundo periodo presidencial alguna organización le otorgue el título de Señor de la Guerra, que es ciertamente el sin dudas le corresponde.

Mientras los señores de la guerra anden por el mundo haciendo de las suyas nadie estará a salvo y sabotajes a naves áreas como el avión cubano frente a las costas de Barbados el 6 de octubre de 1976 podrían repetirse para segar la vida de civiles, incluyendo a jóvenes deportistas como los esgrimistas que perdieron la vida entonces, victimas del odio más feroz y la crueldad más despiadada.

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